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La planta amazónica ecuatoriana de la eterna juventud

Con mucha paciencia y bajo un calor sofocante, Mario Shiguango remueve con una vara miles de hojas verdes de una planta sagrada para las comunidades amazónicas de Ecuador y que se ha ganado un espacio en el mercado internacional por sus propiedades energizantes y antioxidantes.

Lo hace sobre una larga batea en uno de los invernaderos de la cooperativa Wiñak, en la pequeña localidad de Archidona, provincia de Napo, en un proyecto que nació hace cuatro años para convertir a la planta de la guayusa en sustento de las poblaciones indígenas.

Lanceoladas y de un verde intenso, sus hojas brotan en catarata de los arbustos cultivados en las tradicionales «chacras» de la Amazonía. De manera silvestre, la planta puede llegar a alcanzar los 15 metros de altura.

«Marchitamos la hoja, que permanece 24 horas, y luego se traslada a las máquinas para otro proceso de secado», simplifica el operario de la cooperativa, que da trabajo a una decena de familias recolectoras.

Ecuador concentra el 95% de la producción mundial de esta planta, considerada el «mate amazónico» porque es prima hermana de la suramericana, y sus cultivos se extienden principalmente por las provincias de Napo, Orellana y Pastaza.

ANTIOXIDANTES Y CAFEÍNA

Entre las propiedades que se le atribuyen figuran una equilibrada y potente cafeína natural, que otorga energía y claridad mental, gran número de aminoácidos esenciales y antioxidantes, por lo que su ingesta ayuda a prevenir el envejecimiento.

«En antioxidantes tenemos un valor de 58, mientras que el té verde no llega a más de 30. Es casi una fuente de juventud», subraya a Efe el científico del Herbario de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Omar Vacas.

La «Ilex Guayusa», variedad predominante en la Amazonía ecuatoriana, es reconocida por su capacidad de mantener despierto «varias horas y de forma lúcida» a quien la consume.

«Hay variantes que van desde el 3 al 5% de cafeína», subraya el botánico al compararla con la yerba mate, que contiene de 0,5 a 1,25%, o el té verde con menos del 0,5%.

El secreto es la preparación, ya que una reducción a fuego lento durante varias horas, como se elabora ancestralmente, puede ser suficiente como «para alucinar y no dormir en tres días», pero una bolsita de té es equivalente en cafeína a un americano.

Los indígenas amazónicos la consumían precisamente para tener en alerta los cinco sentidos cuando salían de caza, lo que implicaba largas caminatas por la selva y permanecer despiertos días enteros.

En un estudio el año pasado, la universidad amazónica de Ikiam indicaba que la hoja combate la artritis, reúma, gripe y es expectorante, emenagoga y estimulante.

También es diurética, hipoglucémica y empleada en tratamientos posparto o contra picaduras de serpiente, mientras que aún se analiza su uso como antidiarréico o bactericida.

USO ANCESTRAL

En comunidades originarias aisladas, su uso ritual sigue intacto, y es común que grandes y pequeños se levanten aún de madrugada para reunirse junto a una olla donde se cuecen las hojas y beber su reducción.

«La ceremonia está muy relacionada con el género. La mujer es la que siembra, cuida y prepara la guayusa y las abuelas interpretan los sueños y aconsejan a la familia», manifestó a Efe Montserrat Rios, docente en etnofarmacología de Ikiam.

La investigadora asegura que incrementa la fertilidad, regula la menstruación y que nunca ha visto «a una indígena con sofocos por la menopausia».

Conforme a la memoria oral, Rios remonta el empleo de la planta a unos 500 años, aunque destaca un registro arqueológico en la tumba de un chamán en Bolivia del siglo VI d.C.

SALTO A LA PRODUCCIÓN

Pero el ritmo de las ciudades de la Amazonía ecuatoriana se ha impuesto a la tradición y muchos pobladores han abandonado la ancestralidad y toman guayusa a modo de café para comenzar el día o darla a los turistas.

En 2016 el actor estadounidense Leonardo Dicaprio invirtió en una empresa pionera que trabaja con comunidades locales en la elaboración de té orgánico de guayusa, dando el pistoletazo de salida a una industria que ha dado un salto en el último lustro.

Y es que hasta hace algunos años era conocida únicamente en el entorno amazónico, pero hoy puede verse en supermercados de Quito en bebida o infusión y es exportada a mercados como EE.UU., India o Canadá.

En cooperativas como Wiñak a los agricultores se les paga 80 centavos de dólar por kilo de hoja, que acaba prensada en sacas de 12,5 kilos y exportadas a unos 25 o 26 dólares.

Mensualmente la empresa vende cerca de 20 toneladas, aunque el objetivo es llegar a las 60, planes que han quedado suspendidos por la pandemia, explica el coordinador de la asociación, Marco Grefa.

GUAYUSA FUNCIONAL

El boom de la planta «depende mucho de que los emprendedores le vean potencial», indica el biólogo Darío Cruz, investigador de la UTPL de Loja, que desarrolla una bebida de guayusa a la que introdujo levaduras para favorecer la digestión y gasificarla, una suerte de «Red Bull sin sus efectos dañinos porque no agregamos cafeína».

Detrás está un negocio con Ecuador como único productor, conforme al Ministerio de Producción y Comercio Exterior, que constató en 2019 la exportación de 294 toneladas por 2,1 millones de dólares.